martes, 31 de mayo de 2011

Brotaran ríos de sabiduría.....

Hace algunos meses escuché que los Maestros nos decías que nos habíamos liberado.
Me pregunté qué significaba eso. Que implicaba para mí esa liberación?
Con el tiempo he ido comprendiendo que esa liberación significa liberar el karma para transformarlo en dharma, como diría un budista. Esto para mí ha supuesto ir repasando aspectos de mi vida y confrontarme con ellos. Es decir, hacerle frente a aquellas cosas que guardaba en el baúl de los recuerdos, tanto los agradables como los desagradables.
No he tenido opción de hacerlo o no hacerlo. Ha sido una necesidad imperiosa. Así he comprendido la liberación. Sí o sí he caminado hacia la claridad de pensamiento. Yo demandé esta liberación y así volvió a mí.
Es un arduo trabajo, pues pasar por mi propio infierno no es nada agradable. También es verdad que se relativiza una vez vas saliendo de ello. Ahora tengo más claro la importancia de no asustar con monstruos a un niño, esos gestos ayudan a generar “ese infierno” que se nutre del miedo.
Al nacer somos puros. Con ello quiero decir que no tememos nada, que somos valientes. Que amamos incondicionalmente. Todos sabemos que un niño es como una esponja, como se dice vulgarmente para referirse que tiene una capacidad para aprender datos de forma asombrosa y creemos en la necesidad de enseñarle muchos conceptos pues le es más fácil aprenderlos, le queremos “ahorrar el esfuerzo en aprender algo que de mayor es más difícil”.
Nos olvidamos que al nacer ya disponemos de las inteligencias múltiples. Y que el aprendizaje es un estilo de vida, de educación, de cultura y de apertura al mundo. Para nutrir esas inteligencias necesitamos algo más que la memorización de datos intelectualmente.
Necesitamos conocernos a nosotros mismos.
Con el tiempo he aprendido que la felicidad depende de varios factores. La felicidad para mi es saber disfrutar de las experiencias de la vida, no importa la magnitud o la esencia de estas. Aprendo a no tildar de bueno o malo de las situaciones y más bien comprender que la situación me llevará a una nueva experiencia de aprendizaje.
Mi liberación me ha servido para ver dentro de mí todo lo que necesito y fuera he de encontrar las herramientas para poder exteriorizarlo.
Llegar a esta comprensión ha hecho darle luz a mi infierno. De pronto aquellas imágenes de monstruos, guerra, violencia y muerte se han transformado en luz.
Desde el día 14 de mayo empecé a anotar en una libreta lo más relevante del día, así hasta completar 40 días. Curiosamente hace una semana me llegó información sobre la simbología de los 40 días y justamente entre el día 15 de mayo y el 24 de junio se completa una transición de 40 días muy relevante.
Todo me parece curioso. El 15 de mayo empiezan los movimientos de “Democracia real ya”. Empieza a generarse un movimiento en España que se traslada más allá de sus fronteras.
Durante este periodo estamos en un proceso de muerte y resurrección? El proceso de 40 días se sucede repetidamente en nuestras vidas, en nuestra historia y en nuestra cultura.
Me remonto de nuevo a la liberación. Morir para renacer, dejar lo viejo y dejarle espacio a lo nuevo.
Dejar de repetir esas actuaciones que no necesito, aquellas cosas que realmente no me hacen feliz. Reprogramar de nuevo.
Otra vez vuelvo a pasar por un proceso de 40 días, pero esta vez lo hago de forma comprometida pues procuro pensar y decir cosas positivas tanto a mi misma como a mi entorno.
Y a estos jóvenes y adultos comprometidos con el cambio social les animo a seguir “reprogramando” un modelo de sociedad basada en nuevos valores y creencias. Pues lo que nace del corazón se gesta en el cielo,  así funciona la ley universal de la atracción.

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